Luego de que Lujja nos ha obsequiado un review desmenuzado del setlist del que todavía hablamos aun cuando ya se cumplen 10 días de sucedido, les comparto mi review de lo que desde mi perspectiva fue el Helldone. Advierto que es muy personal y hasta cursi, pero se los comparto de corazón 😉
Nota del autor: La siguiente narración no respeta las reglas de la objetividad ni se apega a la impecable labor del cronista de eventos públicos, esto se debe a que representa una de las experiencias más significativas en la vida de quien escribe y el plasmarlo no puede ser de otra manera sino de ésta.
- HELLDONE 28.12.12
La noche del 28 de diciembre mientras esperaba tras una veintena de chicas en la fila del Tavastia Klubi, pensaba que el momento más memorable de mi visita a uno de los sitios más representativos del rock en Finlandia sería ése, cuando las luces bajaran y los HIM se posicionarán, uno a uno, sobre el escenario.
Sabía que estaría cerca, a diferencia de México donde he hecho filas de más de 8 horas por un buen lugar, en Helsinki la gente no se forma, las 20 personas arriba mencionadas se escuchaban rusas, alemanas y algunas más escandalosas, italianas. Yo no tenía con quien hablar así que nadie tuvo que adivinar que mi lengua era el español. Había quizá un par de chicos, los demás, que tampoco fueron tantos, llegaron más tarde.
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Decía que me imaginaba mi momento favorito y me predispuse a que sería cuando yo escuchara en vivo a mi banda favorita entrar al escenario y cantar Strange World, la última canción que han grabado para anunciar su regreso de manera oficial.
Lo que sucedió fue que transcurrió más de la mitad del concierto hasta que una suerte de energía me sacudió desde dentro. Yo sé de conciertos, siempre me he alimentado emocionalmente de música y cuando digo que sé de conciertos quiero decir que he estado en muchos de diversos grupos, de diversos géneros y lo que me pasó el 28 de diciembre merece salir de ese grupo de recuerdos. Apunto que hay tatuajes que no necesitan piel ni tinta, sólo los ojos, los oídos y el corazón bien abiertos.
Y así, el momento me escogió a mí. Ville Valo cogió del piso su guitarra acústica y del bolsillo trasero de un pantalón de tubo que lo hace ver todavía más frágil, extrajo la púa para rasgar las cuerdas y comenzar a tocar When Love and Death Embrace. Los siguientes minutos fueron el momento favorito de mi noche, cuando tuve que parpadear fue para exprimirme los ojos.
Lo demás no lo vi, cada segundo que avanzaba esa canción sentía el abrazo de su sonido, cerré los ojos, me sentía acariciada por la voz triste y suplicante versando la más simple de las letras y la maestría con que la guitarra de Linde grita, ruega, llora. Una parte de mí se quedó en esa atmósfera y tomé del aire lo que necesitaba para seguir, en minutos dejé ahí mucho de lo que ya no quiero de mí y recogí lo que quiero ser.
Con una sensación de saciedad sólo tuve oportunidad de reaccionar ante esa pieza maestra de larga duración que es Sleepwalking Past Hope, la disfruté y aplaudí hasta que me ardieron las manos.
La primera noche del Helldone me coloqué en la primera fila cargada hacia el lado izquierdo del escenario, donde Mige toca escondido en sus cabellos alborotados. Pero he de decirlo, la noche del 28 de diciembre y aun cuando HIM se había presentado dos noches antes en Turku como punto de partida a esta serie de conciertos, fue desafortunada.
Puntuales, los HIM salieron al escenario con el cover Strange World que se incluye en su disco recopilatorio XX Decades of Love Metal, recién editado. Aunque impecables en el sonido de los instrumentos, la voz de Ville Valo se oyó apagada y él mismo lo notó, el remedio fue pedirle con señas al ingeniero de audio que le diera más volumen al micrófono.
Por fortuna, con Right Here in My Arms, la situación mejoró y aun con una audiencia débil, HIM sobrellevó la noche con un frontman nervioso que olvidó las letras e inclusive llamó la atención del baterista casi al término del recital, para luego salir del escenario a calmar su mal humor.
El nerviosismo de Valo fue notorio, la forma en que daba instrucciones al resto de la banda sólo hacía que ellos se enviaran miradas confundidas, Linde y Mige a veces hasta sonríen para controlar las cosas y éste último inclusive salta a su micrófono para apoyar algún despiste de Valo al cantar.
Wings of a Buterfly, Heartkiller, The Kiss of Dawn, Your Sweet 666 y la apenas dada a conocer “I will be the end of You” conformaron la primera parte de las casi dos horas de concierto de la primera noche del Helldone Festival. Le siguieron piezas estratégicamente seleccionadas para advertirnos que es éste, quizá, el sonido con el que quieren regresar: Gone with the Sin, Sweet Pandemonium y una de las más coreadas: Wicked Game.
Con The Sacrament, Ville perdió la memoria y finalmente pidió al público que la cantara mientras él se dedicaba a tocar la guitarra. Pretending y The Funeral of Hearts antecedieron a dos de las más fuertes del setlist que se unieron en un arreglo que logró, por fin, levantar las manos de los presentes: It’s all tears y Soul on Fire.
Ese concierto fue el único que tuvo Posion Girl y aunque con Buried Alive By Love fue más evidente la incomodidad del cantante, no fue desplazada del setlist el resto de las noches. En ese punto Ville quiso agregar Rebel Yell, parecía tenso y bebía cerveza.
Por fortuna, el público todavía más contrariado entre la emoción de ver a HIM en vivo después de unos años de no estar en tour y una especie de decepción disimulada, despertó con el teclado de Burton que anunciaba una de las canciones más amadas/odiadas, pero sin duda, un sello inamovible para HIM: Join Me.
La primera noche fue la más larga, alcanzó casi los 120 minutos, fue un recorrido un poco atropellado por la historia de la banda pero bien defendido por lo más importante: su sonido en conjunto.
Los arreglos incluyeron solos en guitarra agregados de forma novedosa, y una incansable y potente ejecución del bajo y la batería. La historia de esa noche no se repitió, su magia estuvo en ser la primera y anunciarnos que todo lo que venía sería mejor, mucho mejor.
- 29.12.12 / 30.12.12 y 31.12.12
La intención inicial era aprovechar la oportunidad de tener entradas para las cuatro noches y apreciar el concierto desde diferentes ángulos. El plan falló debido a que el “ángulo Ville Valo”, es decir, el centro de la valla al frente del escenario, siempre estuvo ocupado por las mismas chicas que empujaron, patearon y hasta ocasionaron que las rodillas de algunas sangraran al arrojarlas al piso y contra el borde de la barricada.
Lo peligroso que me resultó ser testigo de estas escenas, me orilló, a partir de la segunda fecha, a no acercarme a esa zona. Mis deseos de aproximarme al señor Valo valían poco la pena si no me iba a ser posible disfrutar en su esplendor de la música de HIM. Así, el resto de los conciertos, más por azar que por decisión propia, terminé colocada del lado de Linde.
La idea de llevar una bandera de mi país, México, fue reforzada por mi madre, que antes de partir a Finlandia me regaló una de sus banderas de festejos de septiembre. Desde la primera noche, la bandera de México fue colocada cubriendo mi porción de la barda de metal con el único objetivo de transmitirles un mensaje: en México hay gente que espera su regreso.
Quizá una sola persona no sea suficiente para comunicarlo, sin embargo, también me sirvió para decir que a pesar de su ausentismo en los últimos años, la admiración que algunos sentimos por ellos está presente hasta en los más lejanos puntos del planeta.
La segunda fecha, pues, el setlist se vio incompleto con respecto al de la noche anterior, y de esta misma manera, en los otros dos conciertos se vio ligeramente modificado, ya fuera que no cerraran con Sleepwalking Past Hope o que omitieran un par de otras piezas, finalmente, el listado bajó de 20 a 17 canciones, y de casi dos horas a una hora y media en promedio.
En contraparte, lo que se vio en incremento fue el buen ánimo de Ville, quien incluso para la presentación de Año Nuevo portó más su guitarra acústica e interactuó en mayor medida con el público. Como anotación personal, quiero describir el gesto que le agradezco de no establecer contacto visual y al contrario, evadir las miradas de las chicas que insisten en llamar su atención de las formas más “curiosas”.
La variantes entre cada fecha fueron mínimas si hablamos de producción o vestuario, pero amplias si nos enfocamos a la confianza con que se fue desenvolviendo el grupo. La noche del 31 de diciembre, en cuanto se dio el conteo regresivo que anunció la entrada del 2013, el desempeño de todos lució como nunca, destacó Gas que parecía querer gritar a tamborazos que sus manos están ya en perfectas condiciones.
La retroalimentación no se vio en aumento sólo entre la banda y el público, sino entre ellos mismos, que bromearon, sonrieron y se encontraron de nuevo. La complicidad entre Linde y Ville refleja su amistad de años y aun con ello, son Linde y Gas quienes parecen más respetuosos de su frontman.
Burton, silencioso y apacible en un banco tras los teclados, apenas y se asoma entre el humo y los juegos de luces, es tan discreto como su ida a pie tras presentarse en los shows de donde cada noche salió para caminar por las calles de Helsinki sin inmutar a nadie.
En cambio, el señor Linde, con el rostro sereno que aunque adulto parece conservar el gesto de un niño siempre inspirado, por más callado que sea con su voz, grita y sobresale en cada canción. Linde no vive en este mundo cuando se trata de hacer cantar a su guitarra, se arruga de la cara y muerde el aire con fuerza, como si no quisiera dejar escapar la nota exacta.
De Linde conservo una colección de púas que me lanzó, particularmente la última noche y tras verme cada concierto con mi bandera. Las conservo como un gesto de gratitud entre ambas partes.
Las ocasiones que tuve de apreciar a Migé fueron quizá las más divertidas. Entre Ville y él hay una suerte de jugueteo infantil. Cada noche, Ville le pedía a Mige que aventara un grito al final del solo de Linde en “I will be the end of you”, grito que por poco ensayado, salió “raro” todas las veces y siempre estuvo seguido por la risa de Valo.
Con Migé tuve oportunidad de intercambiar palabras al término del concierto de año nuevo y de entregarle unos chocolates que cuando le dije eran de tequila pareció que lo disfrutó. Le comenté de dónde venía y le dije que tenían que considerar visitarnos pronto; su respuesta fue “vienes de muy lejos, gracias”, cuya interpretación dejo en el aire.
La crisis por la que HIM ha admitido se encontraba, parece superarse paso a paso. Regresar a los escenarios en el festival al que ellos mismos han dado renombre era una gran responsabilidad, que libraron con honores y que supieron coronar con la calidad que han acumulado a lo largo de sus 20 años de carrera.
Sin duda, la última de las noches, quizá por el inminente sabor de la temporal despedida, fue donde más entrega se dejó sentir, tanto por parte de la banda como del lado de los asistentes. Fue afortunado girar el rostro y ver más cuernos levantados entre la audiencia que chicas lanzando miradas seductoras al indiferente cantante.
Y HIM, HIM desplegó la lista de motivos por las que personas de Inglaterra, Rusia, Alemania, Turquía, Brasil, España o México pueden tomar un avión y torcerse horas en sus asientos sólo para llegar al Tavastia e impregnarse de lo que hacen. No sólo se trata de música, se trata de encuentros con uno mismo a través de ésta, de historias personales entre cada par de oídos y lo que los finlandeses nos cantan, de historias que por fortuna, luego de unos puntos suspensivos, continúan y continuarán.